A principios de abril, el general Khalifa Haftar lanzó una ofensiva para apoderarse de Trípoli, sede del Gobierno de Acuerdo Nacional (GAN) dirigido por Fayez al-Sarraj y reconocido por la comunidad internacional. Desde entonces, al Consejo de seguridad de la ONU le ha resultado difícil imponer un alto al fuego en Libia, presa del caos desde la caída del coronel Gadafi en 2011. El país está paralizado desde el 26 de junio, cuando el Ejército Nacional Libio (LNA) dirigido por el comandante Haftar, fue derrotado en Garian, en el suroeste de Trípoli. Los dos hombres fuertes del país se acusan mutuamente de beneficiarse del respaldo militar de las potencias extranjeras.
Antiguo oficial del ejército libanés que desertó a finales de 1980, el comandante Khalifa Haftar, nacido en 1943, recibió parte de su formación en la antigua Unión Soviética y vivió varios años en exilio en Estados Unidos, antes de regresar en 2011 a Bengasi, la gran ciudad del Este libio. Se forjó una posición gracias a sus campañas militares contra los grupos islamistas en el este y en el sur de Libia. Desde el inicio de la crisis libanesa, se ha presentado como el único hombre capaz de garantizar la estabilidad de su país y acabar con los movimientos yihadistas, discurso que resonó principalmente en París, Moscú y El Cairo, y más recientemente, en Washington. Por su parte, su rival Fayez al-Sarraj, cuenta con el apoyo de Qatar y de Turquía
Foto: France 24 – AFP – Reuters
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